«Una persona consagrada no celebra Halloween», fueron las palabras de la Hermana Mary Grace cuando le dije que mis hijos celebrarían Halloween en la fiesta de la escuela católica de San José, Trunk-or-Treat. En muchos aspectos, su respuesta me dejó estupefacta. Pensaba que la Hermana Mary Grace, como nuestro párroco, estaba abierta a la diversión del truco o trato y a disfrazarse. Como católica practicante, le confesé que su respuesta era nueva para mí y que su forma de pensar y actuar resultaba poco común en nuestro mundo actual. De todos modos, le dije que la admiraba como persona consagrada y que representaba a los «llamados» a vivir más cerca de Cristo. A esto, ella respondió: «¿No lo estamos todos?». Sentí un interrogante en mi corazón, de esos a las que uno responde libremente: Los que profesamos la fe cristiana, ¿debemos celebrar Halloween o no?
En este artículo no trataré sobre la historia ni los orígenes de Halloween, sino que me centraré en explicar cómo celebra la Víspera de Todos los Santos una persona de fe, ya sea consagrada o laica.
La Víspera de Todos los Santos, como también se la conoce, es una solemnidad, la preparación para el día de Todos los Santos, un día de oración, ayuno y cánticos para todos nosotros, no sólo para los religiosos consagrados. Es un día señalado en el que todos los católicos están llamados a poner especial atención en el recuerdo de sus seres queridos, aquellos que dejaron este mundo para ir al cielo con el Padre Eterno. Litúrgicamente, estamos conectados a través de la Santa Misa y el Oficio Divino. También hay oraciones y cantos propios para que las almas del purgatorio sean liberadas, y meditaciones sobre el triunfo de Cristo sobre la muerte y la vida de los santos. Además, en las iglesias de todo el mundo, los feligreses encienden velas con los nombres de sus seres queridos y elevan sus oraciones por las almas de los difuntos a Dios Todopoderoso. A esto se suma la intercesión de María, abogada de vivos y difuntos, y se reza el Santo Rosario. A parte de las celebraciones litúrgicas, familiares y amigos se reúnen, se disfrazan de santos, aprenden sobre la vida de los santos y comparten comidas y golosinas. Si reflexionamos sobre ello, todas estas son fuertes prácticas de fe que nos conectan a todos con el mundo invisible.
La conversación con la Hermana Mary Grace tuvo un efecto duradero en nuestros corazones, más familias, incluida la mía, decidieron celebrar la Víspera de Todos los Santos en lugar de Halloween. Aprendimos que no era porque fuéramos extremistas, sino porque todos debemos vivir en conformidad con el Señor y serle fiel. Afortunadamente, la luz que Dios nos enseñó por medio de la Hermana Mary Grace, nos guió para comprometernos y vivir de acuerdo con nuestra fe, y en honor a ella y a los seres queridos que ya no están con nosotros, quiero encender una vela y cantar la Antífona Hymnnus omnibus sanctis y el himno Christe Redemptor omnium conserva, que se canta en las primeras Vísperas del 31 de octubre. Recordemos a la Hermana Mary Grace y a todos nuestros seres queridos el 31 de octubre, en la Víspera de Todos los Santos. Que su alma y la de todos los fieles difuntos descansen en paz.
Escuchemos la antífona Hymnus omnibus sanctis cantada por las monjas de Jouques.